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Los compuestos orgánicos son sustancias químicas formadas principalmente por átomos de carbono e hidrógeno, y frecuentemente también oxígeno, nitrógeno, fósforo o azufre. Son la base de la vida, ya que constituyen a las moléculas esenciales como proteínas, carbohidratos, lípidos y ácidos nucleicos. Además, tienen una gran variedad de estructuras, desde cadenas simples hasta formas complejas como anillos. Pueden encontrarse en la naturaleza o ser sintetizados por el ser humano, y se utilizan en numerosos campos como la medicina, la alimentación, la agricultura y la industria. 

Los compuestos inorgánicos son sustancias químicas que no están formadas principalmente por átomos de carbono e hidrógeno, a diferencia de los compuestos orgánicos. Se encuentran ampliamente en la naturaleza y abarcan una gran variedad de combinaciones entre elementos, como los óxidos, ácidos, bases y sales. Estos compuestos participan en muchas reacciones químicas esenciales, como la neutralización, la oxidación y la precipitación. Ejemplos comunes de compuestos inorgánicos incluyen el agua (H₂O), el cloruro de sodio (NaCl), el dióxido de carbono (CO₂) y el ácido sulfúrico (H₂SO₄). Son fundamentales en procesos industriales, biológicos y geológicos.